JUAN JOSÉ Y SUS ZAPATOS

Cuento infantil Género narrativa literaria

Literatura21/02/2025María Eliza MárquezMaría Eliza Márquez
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Screenshot_20250220-140038Polish_20250220_094202168Por: María Eliza Márquez.

“Juan José y sus zapatos”

      En un pueblo muy bonito vivía Juan José, hijo de Delfina y de Juan Guevara el mecánico. Juan Guevara era un hombre ermitaño y gruñón, también exageradamente tacaño a la hora de comprar ropas y zapatos, eso sí, la despensa siempre estaba llena de alimentos para su familia.

          Cuando Juan José cumplió siete años de edad, hicieron un banquete especial, y su madre, Delfina, sugirió que se le debía comprar al niño ropas y zapatos para que fuera a la escuela, ya que contaba con la edad del comienzo de la primaria.

Entonces fue cuando Juan Guevara reprochó:

-¿Para qué tanta cosa?, que vaya con ropa normal-

La madre algo enojada insistió:

- No es posible Juan Guevara, en las escuelas hay normas que cumplir, ¡debe tener uniforme apropiado!-

     Luego de explicaciones y argumentos lograron ir de compras para darle al niño lo necesario para ir a sus clases de primer grado.

    Juan José iba muy contento y todo parecía favorable. Le praron camisa, pantalón, libretas, lápices y hasta una colorida lonchera; pero casi al final de la jornada Delfina se detiene y exclama:

- ¡Faltan los zapatos!, ¡Faltan los zapatos! -

     Fueron por los zapatos, escogieron el modelo, pero a la hora de medírselos no había su número, solo habían zapatos grandes. Acontece que en el pueblo de Señorial solo existía una zapatería, entonces Juan Guevara en su mente tacaña vio la oportunidad de ahorrarse algo de dinero con los zapatos.

     En la pequeña tienda, con sus estantes repletos de modelos gastados y polvorientos, solo había zapatos de tallas grandes. Fue entonces cuando la avaricia de Juan Guevara se apoderó de la situación.

- Estos zapatos son de calidad y yo los puedo coser para que duren algunos años, los puede usar hasta sexto grado- pensó el hombre con cierta malicia sonriendo de medio lado y ciñendo la frente, mientras observaba unos grandes zapatones, luego sentenció: “Estos zapatos son de buena calidad, y yo mismo los puedo coser para que le duren años. Le servirán hasta sexto grado”. Dijo en tono burlón.

Juan José estaba algo ofuscado y reprochó de inmediato:

- ¿Cómo?, ¿ Voy a usar los zapatos hasta crecer y alcanzar la talla?, ¡me quedan cinco números más grandes!.

     Así comenzó la odisea de Juan José con sus enormes zapatos. Por seis años, se convirtió en blanco de burlas de sus compañeros. “Zapatón”, “Arlequín”, “Chalanero”, le gritaban mientras tropezaba y caía, víctima de unos zapatos que le quedaban desmesuradamente grandes. Nadie le regaló otros zapatos, y el deseo de su padre se cumplió con crueldad: ¡Le duraron hasta sexto grado!

     Los años posteriores a la humillante experiencia con los zapatos gigantes fueron una mezcla de resiliencia y determinación para Juan José. La escuela, se convirtió en un campo de batalla donde las burlas resonaban como ecos, para luego transformarse en su fortaleza.

     Lejos de ser un marginado, Juan José cultivó una férrea disciplina académica. Su mente, ágil e inquisitiva, se alimentaba de los libros que devoraba en la biblioteca municipal, escapando así de la crueldad de sus compañeros. Las matemáticas y las ciencias se convirtieron en sus aliadas, un refugio donde la inteligencia brillaba más que las burlas.

    Los zapatos gigantes, aunque seguían siendo su tormento físico, se convirtieron en un símbolo de lucha interna. Cada tropiezo, cada caída, significaban una lección; cada burla, en un motor que alimentaba su anhelo de superación. Aprendió a caminar con firmeza, a pesar del peso literal y metafórico de su calzado desproporcionado.

     De "Zapatón", como lo llamaban con sarcasmo, pasó a ser conocido como “Juan José, el Ingenioso”., el niño inteligente y aplicado. La admiración reemplazó a las burlas. Sus compañeros, antes burlones, ahora lo veían como alguien especial, un chico capaz de superar obstáculos insalvables con sabiduría y perseverancia.

     Un día Juan José llegó a ser hombre, un empresario pudiente en la sociedad. Su fortuna se atribuye al negocio de zapatos, porque logró levantar a pulso una gran zapatería llamada "El zapatón de Juan Guevara". Con sucursales en otros pueblos y ciudades.

    Los zapatos gigantes, finalmente, habían cumplido su cometido. No solo lo habían hecho caminar, sino que lo habían empujado a crear, a innovar, a transformarse en alguien excepcional. La humillación se convirtió en el trampolín hacia el éxito. Los zapatos desmesurados, que una vez representaron su dolor, fueron el génesis de su imperio. Su ascenso estaba en marcha, impulsado por la misma fuerza que le permitió caminar con aquellos zapatos demasiado grandes: la resiliencia y la determinación inquebrantable de un niño que aprendió a convertir sus adversidades en triunfos.

     Hoy se le conoce a Juan José como el hombre que regala zapatos a los niños necesitados, eso sí, el mismo se los mide y se cerciora que sean de su talla. Puedes visitar su zapatería principal en el centro del pueblo de Señorial.

   Fin.

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